Así, deseo que sea...
Así, deseo que sientas...
Así, deseo que fluyas...
Así, deseo que brotes...
Porque en ese instante, el mundo dejará de girar, los relojes dejarán de caminar, y el tiempo, como por arte de magia y de tus suspiros, se detendrá... Se detendrá desde el primer roce, desde que mis yemas comiencen a desnudarte, desde que ellas se enreden en tu lencería para apartarla suavemente, para retirarla despacio, así como se desenvuelve un regalo, un tesoro, algo que deseas tanto y desde hace tanto que no deseas que se te rompa, que no deseas que nada estropee ese momento... Y así, desnuda, quizás tímida pero confiada, seductora y sensual, bonita, sabedora de mi, de ese mimo, esa dulzura, ese deseo suave que en mis labios se hace sed... Sed de ti, sed de tu piel, sed de tus labios... Sed de cada gota de ese elixir que hoy, será mío... Que hoy, brotará por fin entre mis labios, mojará mi rostro, mi nariz, mis manos, mis yemas... Desbordará la comisura de mi boca escurriendo por mi piel... Porque en medio de toda esa lenta suavidad, hoy, te deseo manantial, torrente líquido de sabores, de aromas, de senos inflamados, redondeados, de pezones endurecidos, erectos, de respiración agitada... Hoy, te deseo así, sin control de ti, sintiendo sin control a la vez que tus dedos se enredan en mi pelo, que tus uñas arañan mi espalda, que tus pies se apoyan en mis hombros, o rodean mi cuello, o me golpean en medio de ese placer... Ese placer que te deseo... Porque yo, te dese placer... Un placer constante que te invada, que te sea intenso en esa suavidad, que se extienda sin orden, sin fin por cada rincón y poro de tu piel... Solo sé que en él, en ese placer, en ti, en tu piel, en tus labios, con tu sabor entre mis labios, entre tus muslos... No sabré cuando detener, en que momento detenerme... Y tendrás que ser tú, quien lo haga, quien me pare, quien me detenga...
