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miércoles, 2 de diciembre de 2020

Envuelto en deseos...

 De ti

Mi piel arde en deseos de ti... Lo hace cada día, cada instante... En medio de las noches, me haces despertar así, provocado, alterado, inflamado... Lo hace tu piel que se pega a mi espalda, tu pelo que me roza, tus yemas que me rodean y contienen, el calor que tu cuerpo desprende, el susurro de tus caricias... Luego, al amanecer, el deseo de encontrarte se hace incontrolable... Los amaneceres en ti son pura sensualidad, el de hoy, el de ayer, el de mañana... El de esos sábados perezosos en los que nos hacemos el amor... Y sin embargo, el deseo no cesa... Ni cesa de aumentar... Allá donde vaya, con solo pensarte, con solo sentirte rozarme, mi piel se altera de nuevo y, contenido entre mi lencería, mi ropa, te siento en mi piel... Me habitas así, desde dentro, entre la ropa y la piel, bajo ella... Y no puedo evitar desear acercarme... Acercarme a observarte, andar, trabajar, mirar, contemplar... Observarte en la parada del bus o del tranvía, con esos auriculares o esos otros... Observarte por esos pasillos bulliciosos en los que deseo, me veas... Observarte y con la mirada atraerte, a mi... Hacer que me sigas hasta ese rincón tranquilo, íntimo... Tanto que tu piel se entregue a mi piel, que tu deseo se funda en mi deseo... Ten cerca y tan intenso que el día ya quede tatuado de ti, de tu sabor y de tu aroma... De tu mirada y de tus labios... De tu piel... Y así, proseguir mi camino, mi día, con el deseo a flor de piel hasta la tarde, hasta la noche, hasta ese ritual de agua, de vapor, de reflejos, de pieles... Hasta ti... 

Siempre hasta ti... Siempre en ti... Envuelto de ese deseo... De ese deseo que eres tú, para mi...