Te espero desnudo, al amanecer... Con el café entre las yemas caliente, con ese aroma inundándolo todo, con el deseo de que sea tu aroma el que me inunde de ti... Te espero, mientras observo amanecer, mientras los rayos del sol invaden esa verde pradera de color, de calor, de naranja y de fuego... Como de color, calor y fuego me invade tu piel... Si no llegas, te seguiré esperando, en ese lugar, al borde de las sábanas... Con el paso de las horas, el sol me alcanzará, ascenderá por mi piel, dibujará sombras a la vez que travieso se esconde entre las nubes, hasta rozar las cumbres en el horizonte para dibujar el cielo de colores antes de dar paso a la noche... Y yo, con el deseo a flor de piel, encendido por ti, para ti, te esperaré... Hasta que llegues... Porque mi piel, te desea, te desea en ese lugar que conoces, en ese en el que me sabes, en el que puedes cerrar los ojos y verme, aunque yo deseo que para verme, tengas que abrirlos...
Te deseo, al borde de esas sábanas, sobre ellas mientras transcurre el amanecer, el atardecer, cada instante del día y de la noche... Te deseo, sobre esos azulejos desnuda, enredada en mi desnuda piel... Sobre una manta que todo lo cubra mientras mi piel te cubre de mi... Te deseo, invadida de caricias, de suspiros, de gemidos, de placer... Invadida de mis besos y mi sed, del deseo que contengo... Te deseo entregada a esa melodía de caricias que te hace bailar, danzar lenta, danzar salvaje, danzar hasta que ya no puedas más... Y mientras me leas, solo deseo que me sientas recorrerte la piel, desnudarla, besarla, lamerla, chuparla, beberla, succionar de tus más delicados e íntimos rincones... Te deseo fluyendo líquida de ganas, de hambre, de sed, de placer... Desbordando y derramando en mi, toda tu hermosa sensualidad... Te deseo mía en ese instante... Envidiados por todos a los que la brisa les haga llegar el canto de nuestros suspiros... Te deseo, sin límite, sin medida...
